El deporte en nuestras ciudades sigue en cuarentena – Publicado en Diario AS. (19/08/2020)

El valor del deporte – Gonzalo Jiménez

Las ciudades anfitrionas daban por sentados estos ingresos derivados del turismo deportivo y ahora nos enfrentamos a una situación de gran incertidumbre.

Todos sabemos que España es un país cuyo motor arranca con el turismo. Más de 75 millones de viajeros eligen cada año España para pasar sus vacaciones generando unos ingresos de más de 77.000 millones de euros y el turismo deportivo nos ayuda a combatir la estacionalidad del sector principalmente impulsado por el «sol y playa».

A los habitantes de las grandes capitales nos gusta acoger grandes eventos deportivos de nivel mundial. Pronto nos olvidamos de los atascos que se generan, de los turistas maleducados en alguna ocasión en el centro de la ciudad y de algún otro perjuicio que pueda surgir. Y nos gustan porque nos posicionan durante unos días en el epicentro del mundo y no existe mejor escaparate de la ciudad gracias a la magnitud mediática que tiene el deporte y la repercusión que supone.

Las grandes ciudades a nivel mundial se disputan cada cuatro años acoger el mayor evento deportivo del mundo, los juegos olímpicos (a los madrileños nos lo van a contar). Lo mismo pasa con la final de la Champions o Europa League, la Ryder Cup, la copa Davis o cualquier mundial o europeo de otro deporte y nos llena de orgullo tener estas competiciones y a sus estrellas tan cerca aunque no siempre sean los habitantes de la ciudad los que asistan en primera fila. Eventos de estas características cambian cada edición de sede y en muchas ocasiones restamos importancia y damos por sentados algunos grandes eventos que se tienen cada año, a los que estamos acostumbrados y que este año hemos visto como tenían que cancelarse para proteger nuestra salud.

En el mundo del tenis, Londres fue de las primeras que se resignó a cancelar Wimbledon, Nueva York verá una edición descafeinada del US Open tras la renuncia de grandes tenistas como el vigente campeón y Paris parece que se agarra aún a no cancelar Roland Garros. En España el Madrid Mutua Open anunciaba recientemente su renuncia a celebrar el torneo este año.

 

La sangría no acaba ahí, reconvirtiendo algunos eventos en competiciones a puerta cerrada o en ciudades «burbuja». El mundial de ciclismo en Suiza, la Spartan Race, los premios de Fórmula 1 en Brasil, EEUU, México y Canadá, el campeonato de Europa de triatlón, o el mundial de motociclismo en Italia, Japón Argentina, Tailandia y Malasia han tenido que ser cancelados este año entre otros cientos de eventos.

Y por supuesto, 2020 perderá el latido de las ciudades a través de miles de maratonianos y sus pisadas a lo largo de más de 42 km, Róterdam, Hamburgo, Berlín, Boston, Nueva York, Chicago, Madrid y el último en comunicarlo Barcelona, se han visto obligados ante la situación actual a anteponer la salud a cualquier otro interés.

Eventos que ilusionan, que dan vida a las ciudades y este año hemos llegado a ver desiertas, salud a los que participan en las mismas y no menos importante, ingresos económicos a la ciudad que los acoge.

 

Cientos de negocios se benefician directamente de este impacto a su alrededor con la atracción de miles de personas. Hablamos de hoteles, restaurantes, taxis y VTC´s entre otros negocios que actualmente están sufriendo lo indecible. Estamos hablando de cientos de millones que ciertamente las ciudades no recibirán y se notaran. Millones que se dieron por sentados como cada año durante décadas y que este duro 2020 ha frenado.

Damos por sentados estos privilegios cuando vivimos en una gran ciudad ya que el verlos cada año lo llega a convertir en rutina, pero vaya si este año nos ha hecho ver el privilegio que es tenerlos. Estos eventos han aportado mucho a las ciudades anfitrionas durante muchos años y seguro que la ciudadanía cuando puedan volver a las gradas de la Caja Mágica o del Bernabéu, a las calles de la Castellana o de la Diagonal, volverán con más fuerza que nunca. Es el momento de que las ciudades anfitrionas apoyen en los peores momentos estos eventos ante unas circunstancias y un escenario no previsible ni en las peores circunstancias.

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