La caída de Valíeva; la presión sobre una niña de 15 años que precedió su derrumbe sobre el hielo.– Publicado en Diario AS. (18/02/2022)

El valor del deporte – Gonzalo Jiménez

El caso de Valíeva va más allá del dopaje y debe hacernos reflexionar sobre la protección a los menores en el deporte de alto nivel.

Como siempre, existe la tentación de opinar con rapidez sobre cualquier polémica, sin embargo, poder analizar cuestiones complejas con tiempo ofrece una ventaja inigualable, la perspectiva. El caso de Kamila Valíeva, como antes ocurriese con Djokovic, ha ido cambiando con rapidez en los últimos 10 días. El pasado 7 de febrero, la patinadora rusa de tan solo 15 años centraba todos los focos con su actuación histórica, si bien, en los días siguientes, la publicación de su positivo por dopaje, sus circunstancias siendo menor e incluso las tensiones políticas con Rusia, han hecho que los comportamientos del COI y la ISU respecto a la resolución del TAS sean bastante anómalos y más reseñables que el positivo en sí.

La Agencia Internacional de Control anunció el pasado 11 de Febrero que este positivo correspondía a una prueba realizada el 25 de diciembre de 2021 y que Valíeva, había dado positivo por trimetazidina. Esta prueba fue tomada durante el Campeonato de Patinaje Artístico de Rusia en San Petersburgo y analizada por un laboratorio en Estocolmo (Suecia), acreditado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA o WADA).

Valíeva es una deportista excepcional y probablemente a sus 15 años con un potencial inimaginable para batir todos los récords olímpicos en su disciplina, sin embargo, la realidad es que Rusia tiene un historial verdaderamente problemático a la hora de gestionar el dopaje de sus deportistas. De hecho, todos los deportistas rusos, han competido en Pekín tras las sanciones a Rusia por reiteradas irregularidades en material de dopaje.

Donde se torna en un caso más complicado es cuando estando en su derecho, la patinadora decide recurrir este caso ante el TAS, se conceden medidas cautelares que la permitan competir y el Comité Olímpico Internacional (COI) decide no celebrar la ceremonia de entrega de medallas por equipos de patinaje artístico de los Juegos de Pekín cumpliendo a medias tintas la resolución del TAS y discriminando de facto a Valíeva.

Una vez el TAS concede la cautelar, Valíeva tiene derecho a competir con idénticos derechos al resto de deportistas y que el COI solicite a la Unión Internacional de Patinaje (ISU) que sí (muy probablemente) Valíeva se clasificaba entre las 24 primeras, el cupo se ampliase a una patinadora n.º 25, es realmente poco ordinario, además de dudoso respecto a la integridad de la competición. (Entiendo la ironía de hablar de integridad cuando se está presentando un caso presumiblemente de dopaje, pero si no se respetan las garantías del proceso, la integridad de la competición se desvanece).

Valíeva se ha encontrado en medio de una guerra entre el COI y la RUSADA(Agencia Antidopaje de Rusia) por el escándalo del dopaje de estado. El COI ha respirado tranquilo al ver que Valíeva se iba al suelo en dos ocasiones y pese a partir como favorita acababa cuarta no siendo preciso aplazar una nueva ceremonia de entrega de medallas que el COI ya había anunciado que aplazaría cualquier ceremonia en la que la patinadora rusa estuviese presente.

En el mundo del deporte hemos encontrado explicaciones de lo más llamativas para justificar un caso de dopaje, los apasionados besos de Gasquet que dieron positivo por cocaína, el solomillo contaminado de Alberto Contador o incluso la producción «endógena» puntual de Gurpegui. Este caso no iba a ser menos y ya se apunta a una posible contaminación involuntaria por haber compartido un vaso con su abuelo que consume esta medicación.

No entraré en valorar la posible futura sanción del TAS, en donde si creo necesario realizar una cierta reflexión, es en como juzgamos a los menores sobre estás cuestiones y el grado de responsabilidad que debemos exigirles o sí debemos centrar está persecución en su entorno.

Recientemente pude leer a José Luis Terreros, director de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (AEPSAD) que afirmaba que «La agencia rusa debe abrir una investigación al entorno, a entrenadores, médicos, fisioterapeutas, y si se demuestra su culpabilidad, sancionarles de por vida». Igualmente indicaba que «en nuestro país sería un delito penal y un juzgado abriría una instrucción contra todos los que hubieran podido administrar la sustancia a la chica».

¿Es Kamila Valíeva, la culpable de este caso o una víctima de un férreo sistema de entrenamiento y unas exigencias inhumanas? Creo que este caso pone manifiesto la especial protección que necesitan los menores que participan en el deporte de alto nivel, ya que difícilmente podremos imaginar a una niña de 15 años haciendo por su cuenta un estudio sobre sustancias dopantes y si finalmente la tesis del «vaso del abuelo» no se sostiene, se abrirán muchas más preguntas sobre si entrenadores u otras personas de su entorno han podido propiciar de forma activa la ingesta de esta sustancia dopante.

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